Tras el arrepentimiento y las promesas de mejora realizadas en Iom Kipur, el 14 de Tishrei (domingo 23 de septiembre) llega Sucot, festividad en la que debemos reafirmar qué tipo de judío queremos ser.

A partir de las 18.31 de ese día, y durante una semana, es tradición habitar una precaria cabaña llamada “sucá”, que nos recuerda la vulnerabilidad de nuestra vida material, y que lo único perdurable y eterno reside en la conexión con lo espiritual

Como todos los años, AMIA levantará, en la sede de Pasteur 633, una gran sucá abierta a  toda la comunidad, así como también otra en Uriburu 650 al alcance de los beneficiarios del Servicio Social que almuerzan allí.

La Torá ordena reunir para la bendición, un etrog (cítrico amarillo verdoso), un lulav (rama de palmera datilera), tres hadasim (ramos de mirto), y dos aravot (ramos de sauce), elementos que representan la unión del pueblo y los distintos tipos de judíos que existen.

El etrog tiene aroma y sabor agradables; el lulav, tiene gusto pero no aroma; el mirto tiene aroma pero no sabor, y el sauce no posee ninguno. El aroma representa las buenas acciones que afectan nuestro entorno, mientras que el sabor representa el estudio de la Torá que nutre al alma.

Por lo tanto, hay judíos que se destacan por su sabiduría, sus buenas acciones, ambos o ninguna, y aún así cada uno completa a los demás. El cumplimiento de este precepto y el de habitar la sucá, nos enseñan a unirnos como pueblo, cultivar nuestros valores y ayudar al prójimo en nuestro afán milenario de reparar el mundo. ¡Jag Sameaj para todos!