A las 9:53, hora exacta en la que se perpetró el atentado contra la AMIA, se inauguraba hace un año el «El Muro de la Memoria», la gigantesca obra creada por el artista Martín Ron, a pedido de la institución, para honrar a las víctimas del ataque terrorista y renovar el pedido de justicia.

«El Muro de la memoria» fue realizado a partir de dos columnas que se conservan del viejo edificio de AMIA, que fue destruido en el atentado del 18 de julio de 1994. Con esta obra, AMIA buscó volver a hacer visibles esas marcas de su antigua sede, que permanecieron tras la destrucción, y poder resignificarlas y ponerlas en valor a partir del arte urbano (“street art”) o callejero.

“Las columnas sobre las que se creó el mural son la única memoria arquitectónica que se conserva del viejo edificio”, explica Elio Kapszuk, director de Arte y Producción de AMIA. “Precisamente, en la obra de Ron esas dos líneas paralelas, o mochetas, dan forma a una escalera, que motiva diferentes interpretaciones. Una de ellas es que esas columnas, que resistieron al peor ataque terrorista que sufrió el país, sostienen el reclamo de justicia”, señala.

La obra de Martín Ron también simboliza la conexión de la vida terrenal con la vida espiritual. Esta asociación remite, a su vez, al llamado “Sueño de Jacob”, un pasaje del libro “Génesis” que refiere a la unión entre el Cielo y la Tierra.

El mural alude también a las manifestaciones por el pedido de justicia, que se realizan cada 18 de julio, en el acto central frente a la sede de AMIA. En la obra aparecen rostros de personas cuyas vidas fueron injustamente arrebatadas. “Recordar se vuelve un deber imperioso porque invocar a quienes hoy no están es la única manera posible de traerlos al tiempo presente”, retoma Kapszuk. “En tiempos de impunidad, el ejercicio de la memoria tanto individual como colectiva, debe estar directamente asociado al reclamo de justicia. Y esta dimensión está reflejada también en El Muro de la Memoria”, indica.

“El Muro de la Memoria” se extiende por 12 metros de ancho y 30 metros de alto. Es uno de los más grandes del barrio de Once. Su realización fue posible gracias al apoyo de  Fundación IRSA, Grupo INSUD, DESA – Desarrolladora Energética S.A., Laboratorio ELEA, Sinteplast y El Galgo.

«Como artista urbano uno va aprendiendo que uno hace arte al servicio de la comunidad», sostuvo Ron en el acto de inauguración realizado un año atrás. «Es un honor y privilegio que AMIA me haya elegido para realizar una obra que pide Justicia».