Mensaje del Gran Rabino Gabriel Davidovich

Luego de comenzar el nuevo año renovados, con las mejores intenciones de perfeccionar las relaciones con quiénes nos rodean, y de elevarnos espiritualmente hasta ser comparados con los ángeles celestiales durante el ayuno de Yom Kipur, nos encontramos inmediatamente con la festividad de Sucot, la fiesta de las cabañas.

En estos días de festejo, dejamos la comodidad de nuestros hogares durante una semana y habitamos en una Sucá, una cabaña de tres paredes (como mínimo) con un techo de paja al aire libre, recordando así, el camino de nuestros antepasados por el desierto luego de la salida de Egipto.

Sucot, es también el comienzo del año en lo cotidiano, siendo posible aplicar los cambios propuestos, y es el momento en que nos reunimos con nuestros seres queridos y amigos, para vivenciar una festividad única.

Más allá de los conocidos preceptos de tomar las “cuatro especies” (citrus, mirto, sauce y hoja de palmera), y de morar en la “Sucá”, existe una mitzvá específica de estar más alegres durante estos días de celebración, cómo dice el versículo «Vesamajta Bejagueja” “y te alegrarás en tu fiesta».

Sin embargo, ¿De qué debemos estar alegres?

La respuesta es que debemos estar felices de estar vivos, inclusive en momentos donde nos encontramos en un escenario ajustado e inestable.

Esto puede compararse con la Sucá, que no es más que una vivienda precaria, pero que sin embargo, nos esforzamos para adornarlas con guirnaldas y bellas luces, utilizamos nuestra mejor vajilla y preparamos platillos especiales, cada uno según su posibilidad, para la alegrarnos junto a nuestros queridos, ¡confiando que el Todopoderoso nos protege y nos acompaña en todas las situaciones de nuestras vidas!

Esta es la alegría que nos insufla la fe en el Creador.

¡A toda nuestra querida Kehilá les deseo un Jag Sameaj!!