
Retazo 37
Mientras estaba de licencia, su pelotón había sido aniquilado en combate. El recluta comprendió que con él, la guerra y su primera dama, la muerte, se habían tomado un respiro.
Retazo 38
Fue un lunes diferente. A la mañana hizo las compras que le encargaron. Después del almuerzo entró al dormitorio. Evitó acostarse, no tenía sueño.
¿Qué haría mañana? ¿Esto es estar jubilado?
Retazo 39
No le alcanzaba ese dinero para pagar la deuda. Apeló al azar de la ruleta. Decidió: Todo a colorado. Una, dos, tres veces, si. A la cuarta, se le vino la noche. ¡Negro el cuatro!
Retazo 40
Las mariposas caían abatidas por los ramalazos certeros de aquel niño. Ya de viejo, las veía volar seguras y despreocupadas. Su brazo, ahora ya sin fuerza, no era un peligro para ellas.
Retazo 41
Cada año aparecía y cubría al anterior. El hombre los miraba pasar. Su tiempo se iba con ellos. Por fin, el último almanaque le dijo que esta vez se irían juntos.
Retazo 42
Quiso ensayar un rescate. Sería inútil. Las piernas del malhechor casi volaban. Lloraba resignada en la calle, poblada por una multitud indiferente.
Retazo 43
Los balidos se acallaron. Los surcos se unieron formando una llanura que temblaba de frío. Vellones de lana tapizaban el suelo. La esquila había terminado.
Retazo 44
Su olfato no los engañó. Libres de sus cadenas, los perros corrieron hacia el cañaveral. Un olor nauseabundo preludiaba el macabro final del secuestro.
Retazo 45
Cuando murió el jinete, un caballo memorioso se llegaba hasta el cementerio para olisquear su tumba. Hombre y animal habían cambiado roles. Aquél, abajo. Este, arriba.
Retazo 46
Regresó tras una larga ausencia. La casa y toda su gente lo aguardaban. La mesa servida, como antes. Pero faltaba una silla y había más espacio. Si, el abuelo se había cansado de esperarlo.
Retazo 47
Todas las mañanas salían juntos para el trabajo. Un día se la vio salir a ella sola. Dentro de la casa, esta vez, la cama no quedó vacía, en la mesa, una taza todavía tibia y un telegrama de despido.