
El pasado domingo 26 de abril todos los comercios israelíes se vieron autorizados a reabrir sus puertas, en un nuevo paso hacia la normalización del país.
Aún continúan inhabilitadas las actividades relacionadas con el turismo y cualquier forma de vida cultural. Las áreas económicas reactivadas se ven obligadas a exigir a los comerciantes el uso mascarillas y los clientes deben hacer fila afuera de los locales para para respetar las normas de distanciamiento social impuestas por el Ministerio de Salud.
La Policía se encuentra monitoreando a los transeúntes, repartiendo mascarillas y alertando a quienes no las usen que se les podrían aplicar multas de 200 shéqueles (unos 50 euros) en caso de persistir en la infracción.
La decisión de permitir la reapertura casi total de los negocios, incluyendo peluquerías y salones de belleza y habilitando a restaurantes vender comida para llevar, no fue, sin embargo, recibida de igual forma por toda la población.
Varios analistas y hasta miembros de alto rango del Ministerio de Salud cuestionaron duramente la veloz flexibilización y exigieron que se hagan cumplir con severidad las reglas de distanciamiento social.
La decisión del Gobierno, de todos modos, se vio acompañada de un toque de queda de lunes a martes con motivo del Día de los Caídos (Iom Hazikaron) y del cierre de los cementerios y la prohibición las habituales visitas de familiares y amigos a las tumbas de sus seres queridos muertos en guerras, ataques terroristas o por cualquier causa mientras prestaban el servicio militar.
A esto se suma además otro toque de queda, de martes a miércoles, para evitar grandes aglomeraciones durante los tradicionales festejos del Día de la Independencia. EFE
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