
La granada, una de las siete frutas nativas de Israel, es un superalimento que contiene muchas vitaminas y antioxidantes curativos.
En los últimos días, su utilidad para la salud quedó demostrada nuevamente, luego de que un suplemento israelí derivado del aceite de semilla de granada mostrara ser bueno para mejorar la función cognitiva en pacientes con esclerosis múltiple que experimentan dificultades asociadas con la enfermedad.
El profesor Dimitrios Karussis, renombrado director del Centro de Esclerosis Múltiple del Centro Médico Hadassah en Jerusalén, halló una mejora significativa en la capacidad de aprendizaje y la comprensión de textos, el recuerdo de palabras y la categorización en 30 pacientes que participaron en un estudio pionero del suplemento patentado GranaGard.
Es importante aclarar que el suplemento, de venta libre, no es una cura ya que el daño de las células nerviosas es irreversible, pero sí parece prevenir o retrasar la neurodegeneración e incluso reducir los síntomas causados por enfermedades neurodegenerativas o el envejecimiento.
La historia detrás de GranaGard comenzó con la neuróloga experimental Ruth Gabizon, investigadora principal del Hadassah.
Años atrás, la científica notó excelentes resultados con una crema facial israelí de la empresa Lavido que contenía aceite de semilla de granada y comprendió que el ingrediente activo del aceite era el ácido púnico, un antioxidante muy poderoso.
Con la esperanza de prevenir la oxidación que causa el daño neuronal, Gabizon se encontraba en la búsqueda de un antioxidante seguro y económico a base de lípidos para proteger las células cerebrales. En este sentido, el ácido púnico aparecía como una buena opción.
En general, los aceites no pasan por el hígado y para hacer que el aceite de semilla de granada sea biodisponible para el cerebro, Gabizon recurrió al experto en nanotecnología Shlomo Magdassi del Centro de Química Aplicada de la Universidad Hebrea.
Magdassi enfrentó ese desafío descomponiendo el aceite en nanogotas que viajan fácilmente a través del torrente sanguíneo.
Los efectos preventivos de la fórmula impresionaron a ambos científicos, quienes, en 2016, cofundaron Granalix Biotechnologies para comercializar la fórmula como un tipo de suplemento alimenticio.
Elaborado con aceite de semilla de granada de origen israelí y rico en ácido púnico, GranaGard es producido por SupHerb como una cápsula de gel. El producto se vende en todo el mundo a través del sitio web de Granalix, distribuidores en América del Sur y Europa y en farmacias israelíes seleccionadas.
Un superalimento, múltiples oportunidades
En el estudio de Karussis, durante tres meses se les dio un placebo a 15 pacientes y GranaGard a otros 15. Los grupos fueron cambiados en el siguiente trimestre y la memoria y la cognición se evaluaron a los cero, tres y seis meses.
“Quienes recibieron GranaGard desde el comienzo, mostraron una mejora en la memoria y no sólo en la detención del deterioro”, dijo Gabizon.
Esa mejora duró los segundos tres meses, cuando recibieron un placebo. Aquellos que recibieron GranaGard en su segundo trimestre solo mostraron una mejora en esa etapa de la prueba. “Además de la mejora cognitiva, todos tenían más energía debido al efecto sobre las mitocondrias. Este ensayo representa un avance científico en el tratamiento del deterioro cognitivo resultante de la destrucción de las células del cerebro utilizando antioxidantes naturales”, desarrolló la investigadora.
Gabizon afirmó que se va a realizar un estudio adicional en pacientes con esclerosis múltiple con deterioro temprano de la memoria.
Otro estudio analizará el potencial de GranaGard como una alternativa natural al fármaco para la diabetes metformina, que muchas personas ya usan para disminuir los impactos del envejecimiento neurológico.
“La metformina tiene efectos secundarios porque no es un producto natural y por ello vamos a hacer un estudio comparando la metformina con GranaGard”, describió la científica.
Gabizon añadió que la pandemia de COVID-19 hace que este posible uso de GranaGard sea especialmente relevante debido a los efectos del encierro en los adultos mayores. “Hay tanta gente en casa… Y el confinamiento y la privación social pueden provocar un deterioro cognitivo. Necesitamos mantener vivo nuestro cerebro”, finalizó.
Fuente: ISRAEL21c
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