Por Bernardo Kliksberg (*)

Recientemente Harvard publicó una investigación que actualiza la magnitud y efectos de la polución. Los resultados son inquietantes. En 2018, causó ocho millones de muertes. Uno de cada cinco decesos se debe a ella. Nueve de cada diez personas viven en áreas con niveles de polución mayores a los que ha fijado la OMS.

Es un problema silencioso pero letal. Así se halló que los macro incendios recientes en California crearon riesgos en salud serios a los niños forzados a respirar un aire muy contaminado por largos periodos. Afectaron sus pulmones y provocaron daños a otros. Por otra parte, una característica de los grandes incendios, que resultan del cambio climático y el calentamiento global, es que su temporada está comenzando antes y terminando más tarde, lo que amplifica su toxicidad.

The New York Times, mostró que es usual que las personas perciban al cambio climático como algo que les pasa a otros, en otras áreas del orbe. Se dan cuenta definitivamente que no es así, cuando ven sus consecuencias en su propia salud.

Frumkin, profesor emérito de la Universidad George Washington destacó: “Mucha gente que no considera el cambio climático como una cuestión mayor para ellos, lo toman seriamente cuando se dan cuenta que es un tema de salud. Las olas de calor, por ejemplo, matan personas y disminuyen la capacidad de trabajo, la calidad del sueño y el rendimiento en los niños”.

Jackson, profesor emérito de la Universidad de California subrayó: “El impacto sobre la salud de la población será cada vez mayor con el tiempo. Personas de todas las edades desarrollarán alergias respiratorias, y los que ya las tienen, pueden esperar que se empeoren, porque las plantas y los árboles responderán a un clima más caliente liberando sus alergizantes en más lugares, y por más tiempo”.

Asimismo, se ha comprobado que las enfermedades causadas por mosquitos, y otros vectores, crecen con temperaturas en alza. Incluso, cambios menores en áreas muy cálidas, aumentan el potencial para epidemias como el dengue, la malaria, la enfermedad de Lyme, la de Nilo y la encefalitis. Los más débiles y los pobres están más expuestos a todos estos efectos.

Hathaway y Maibach reportaron que “La salud de toda persona puede sufrir por el cambio climático, pero algunas tienen riesgos mayores, incluyendo los niños, las mujeres embarazadas, las personas de edad, las que tienen enfermedades crónicas, y discapacidades, los que trabajan al aire libre, y los de menores recursos”.

Los análisis evidencian que el cambio climático, y la polución, también comprometen la seguridad de los alimentos, y el agua, porque fomentan microorganismos que pueden envenenar ambos. Asimismo, los huracanes y las inundaciones pueden desencadenar epidemias de leptospirosis e infecciones bacterianas.

En Davos 2021 se colocó a la polución como uno de los diez riesgos mundiales más graves, y el tercero que es más probable se materialice en el 2021. Urge reducir las emisiones contaminantes y polutoras.

Davos llamó a “descarbonizar cuanto antes el planeta”. Se debe dar máxima prioridad a reemplazar las energías sucias por las limpias, a la defensa enérgica de la naturaleza, y a la economía circular.

Lo están haciendo países pioneros en estos campos como los nórdicos, líderes en energía eólica y marina, Israel a la delantera en árboles per cápita, energía solar y reciclado del agua, y Costa Rica gran protector de la biósfera.

Como advirtió el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, debe finalizar “esta guerra suicida contra la naturaleza”. Está en riesgo el futuro, en todas sus dimensiones y particularmente la salud pública.

(*) Bernardo Kliksberg es asesor especial de diversos organismos internacionales.