Nuestro calendario judío nos regala este año un mes adicional.

Se duplica el mes de la alegría, Adar, y el año se prolonga 13 meses en lugar de los 12 que tenemos en la mayoría de los casos. Así, se logra congeniar el ciclo lunar con el solar.

El año de 13 meses (que en castellano llamamos “embolismal”) se denomina en hebreo “shaná meubéret”. La misma palabra con que se designa a una mujer embarazada. Este año “porta en su vientre” un mes adicional, visto en nuestra tradición como “oportunidad adicional de vida”. La imagen evoca la capacidad de engendrar, de dar a luz, de portar vida, de “cargar” con el cuidado y desarrollo de otro ser humano.

¿Con qué “carga adicional de vida” iniciamos este ciclo lectivo?

Venimos a este nuevo año escolar con la experiencia multifacética de los últimos años, en que aprendimos que la salud y la vida no están aseguradas, que deben cuidarse activamente en todo momento. Aprendimos a valorar la vida, los encuentros con todos aquellos de quienes estuvimos aislados; añoramos la “vida normal” en la escuela. Aprendimos a adaptarnos a los cambios constantes, intensos y acelerados, a diseñar estrategias para situaciones nuevas.

Venimos a este nuevo ciclo lectivo con la inspiración y sabiduría de una tradición de vida, que apuesta a nuestra capacidad de diseñar, de soñar, de engendrar y dar a luz nuevos proyectos, de cobijar y acompañar. Una capacidad que, después de dos largos años de restricciones, miedos y dificultades, se ve potenciada, pues las dificultades nos hacen más fuertes y la experiencia vivida multiplicó nuestra capacidad de cobijar y acompañar.

¡Que este año podamos dar a luz proyectos nutritivos y reencuentros llenos de alegría!